Comenzaré por la
penúltima, no por ello menos pintoresca. El otro día me avisó el
conserje de que subía el cartero con una carta certificada, hasta
aquí todo perfecto, sin embargo cuando un amigo me abrió mi puerta
y apareció el cartero todo fue surrealista, primero sin exigirme el
D.N.I. físicamente tan solo preguntarme si lo recordaba, se lo dije
de carretilla como hace cualquiera, sin embargo cuando me ofreció
ese libreta que llevan para que "firméis" vino el cachondeo, yo no
puedo firmar le dije, entonces no te puedo dejar la carta, que me
firme éste, que me firme éste, repitió, la carta es mía y éste
no tiene porqué firmar, pues ya irán a buscarla a la centralita,
pero si es para mí y yo estoy aquí cómo no me la va a dar, oiga
que yo estoy bien y no necesito a nadie que me haga de yo. Algo
tendrá cuando no puede firmar, en fin la carta no se la doy ya irán
a buscarla a la centralita.
Adios...
Moraleja esta vida está
hecha para no quedarte tetrapléjico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario